¿Por qué te dices el dueño de la tierra?
¿Por qué si ella es la más grande fiera?
Es la madre de todo aquel que la cuida.
Es la Diosa de todos los que la aman.
Un orgullo es descargar las venas en ella,
un placer es desvanecerse en su frescura.
¿Por qué la compras?
¿Por qué lo haces y luego miras al cielo sin avergonzarte?
¿Por qué se la arrebatas a aquellos que son sus verdaderos hijos?
Aquellos que nunca la miraron con ambición.
Aquellos que amaron a todos sus hermanos.
Los que pudieron mirarla y decir:
“Por ti es mi vida”
Y tú, la miras como una simple extensión,
como una máquina de riquezas,
y eso es lo que es:
La madre de las riquezas.
Pero es para todos. No sólo para ti.
La cubres de asfalto
para camuflar tu vida gris
para no enfrentarla,
pues sabes que por ti su vida se pierde,
pues sabes que por ti muchas vidas se pierden.
No mereces que el sol ilumine tu cara;
No mereces que las estrellas guíen tu camino;
No mereces que el silencio te abrace
ni que la brisa te bese.
No lo mereces…
pero lo tienes,
porque una madre siempre da perdón.
Arrepiéntete y déjala,
líbrala y libérate.
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