Se ha dicho que para todo hay una primera vez, por ejemplo, el primer día de clases. Son las ocho en punto y ella está parada en la puerta del colegio, con una mochila cargada sólo con seis años y ganas de ir al baño por la emoción.
Al entrar a clases, la pequeña no pudo más y se hizo en la silla, sí, una horrible primera experiencia.
Primer recreo del primer día de clases y sus compañeritos parecían haber olvidado el pequeño incidente, pero su vergüenza permanecía intacta. El patio que le correspondía podría perfectamente confundirse con una batalla campal.
Suena el primer timbre –¡Hola!- escucha mientras camina a su sala, -¡Hola!- insiste un niño al que le falta un diente. Hola- Contesta. De esta leve interacción, podría esperarse el comienzo de una hermosa amistad, pero no, simplemente, no ocurre nada. Hola- se dicen día a día, año tras año, mientras la maquinaria monotonía se los iba comiendo.
Pasó el tiempo y podría decirse que son novios, pero realmente nunca se lo propusieron, pensaron que una relación era demasiado formal, y ellos querían salir de su rutina habitual.
Este tipo de relaciones, son insostenibles dentro de un establecimiento educacional decente como éste- solían decirles profesores y directores. Una mañana de lluvia, algo había en el aire o quizá fue solo por ir contra el sistema, él le dio un beso. –Cuando éramos más niños- comenzó a decir – soñaba que tus pezones despuntaban a través de la tela de tu blusa-. Para ella, eso fue suficiente, ambos entraron al baño de niñas, el primer timbre no sonó para ellos como la primera vez. Cuando estaban dentro, quizá arrepentidos, temiendo por ser vistos, rogaron porque no los descubriera la tía Margarita, quien transitaba libremente por los baños y pasillos limpiando, mientras los 1080 alumnos auto condenados, cumplían con su reclusión matinal en las salas de clase.
Ellos se besaban desesperadamente y susurraban palabras, les daba miedo pronunciarlas en voz alta, creo que eso despertó en ellos el deseo de consumarlas, y comenzaron...
De pronto, cuando para ellos ya no existía nada afuera, sintieron como si el suelo se hundiese, y ellos cayeran a lo profundo.
Así fue su primera y ultima vez, ellos lo recuerdan quizá en algún lugar, como el día en que no sonó el timbre que cumplía con su perfecta rutina, mientras ellos lo hacían en el baño, los demás evacuaban el edificio, pues era un día desgraciado y una fuerza, que quizá salió de ellos, movió hasta lo más profundo del suelo y los dejó sepultados bajo los escombros, juntos, por siempre...
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