Así
Puede que sea cierto… no sé en realidad.
Muchas personas -y me incluyo- lamentablemente (a veces) sienten el alma y conciencia tranquila cuando regalan la ropa que ya no les gusta, la plata que les sobra de la colación o aportan con comida para la cena navideña, etc. Y obvio que sí, los que reciben se sienten infinitamente agradecidos de esas monedas, esos pantalones, y esa comida. Pero, ¿no te haz puesto a pensar?: cuando le das plata a un mendigo, ¿en qué la va a gastar? Uno no sabe si la gastará en comida, o en alcohol; ¿qué ingieren?, ¿te has preguntado por qué a esos seres, con los mismos derechos que tú, nadie les pregunta todos los días “cómo está, cómo se siente, qué cosas ha vivido el último tiempo”? Seguramente a ti te lo preguntan todos los días; tus amigos tal vez, tus padres, hermanos, etc.
Pero ellos viven solos, humildemente podrán decir que les basta con que les regalen cosas materiales, pero también tienen el interior empobrecido. Tal vez necesitan hablar. El que vivan en la calle no es su único problema, lo que pasa es que es el problema mayor. Pero, tal vez, los inquietan otras cosas, esas cosas que tú puedes hablar con tus amigos todos los días.
Ellos no pueden -o muy pocas veces- hablar con sus pares, pero resulta ser un círculo vicioso, porque ellos, sus pares, terminan necesitando lo mismo.
A veces, a un niño de 5 años, que vive literalmente botado, aún no se le empobrece el cerebro, porque la mentalidad infantil puede ver en una botella una pelota de fútbol.
Pero después crecen, lamentablemente (como dice Peter Pan) y se dan cuenta que tienen que luchar por sobrevivir, aunque sea, con un poco de dignidad y además, felicidad.
Esa mezcla suena tal vez difícil, pero no imposible. Depende de ti, de nosotros, de los que sí queremos, podemos vivir así: digno, feliz y tratado -por lo general- sin desigualdades.
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